Cada vez somos más las mujeres que nos dedicamos a la ciencia. Sin embargo, según datos de la UNESCO, sólo el 35% del estudiantado matriculado en carreras vinculadas a las STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) son mujeres, por lo que todavía queda un largo recorrido para concienciar a las nuevas generaciones sobre el papel fundamental que desempeña la mujer en la ciencia.

Hay muchos factores que pueden estar influyendo en esta problemática, como la falta de referentes científicas que ya vemos en el colegio. De hecho, el mismo informe de la UNESCO advierte de que el interés de las niñas en estas materias se ve afectado por la idea que se les inculca desde bien pequeñas, ya que a menudo se cría a las niñas con la idea que las disciplinas STEM son temas masculinos. Este informe concluye con una clara afirmación: “Debemos, por tanto, deconstruir los roles de género que no responden al mundo actual y reaprender los significados de ser hombre y ser mujer en nuestras sociedades, y facilitar así que nuestra juventud, chicos y chicas, hombres y mujeres, puedan elegir itinerarios formativos y profesionales libres de prejuicios, estereotipos y condicionantes”. Y es que, aunque las aptitudes de las mujeres son igual que las de los hombres, sí es cierto que las mujeres en el mundo científico debemos desempeñar un esfuerzo mucho mayor que los hombres para recibir el mismo reconocimiento.

Mientras que en el rango predoctoral el número de mujeres supera al de hombres, una vez obtenido el doctorado, el reparto masculino se sitúa por encima. Esto se ve muchas veces influenciado por el modelo de generaciones anteriores, donde “ellos inventan y calculan y ellas cuidan”. Así pues, muchas mujeres que deciden ser madres ven sus carreras científicas perjudicadas en este punto puesto que el actual sistema para medir el éxito científico basado en la publicación de artículos científicos te penaliza este periodo. Esto se ve claramente reflejado en que, a pesar de que el número de mujeres que defienden su tesis doctoral es mucho mayor que el de hombres, 7 de cada 10 hombres consiguen titularse como profesores de investigación frente a 3 de cada 10 mujeres. Y aunque sí que es verdad que se está trabajando cada vez más para igualar estos números, todavía queda mucho por hacer. De hecho, son muy pocas las científicas (20%) que consiguen el reconocimiento de «investigadores distinguidos». Si ya es complicado llegar a este punto siendo mujer, dar el salto para que la ciencia llegue al mercado y así revertir en la sociedad todo el conocimiento generado se convierte en todo un reto. 

Apenas el 6% de las empresas emergentes están lideradas por mujeres, una muestra más del efecto de lo que nos han enseñado de pequeñas que “nosotras éramos las que acompañaban, no las protagonistas”. Analizar las necesidades existentes, la creatividad para proponer ideas y soluciones novedosas y la capacidad de adaptarse a las circunstancias para pivotar no es dependiente del sexo. Todos estamos capacitados para desempeñar estas funciones de la mejor manera posible, pero todavía hoy, cuando hay dificultades, suelen ser las emprendedoras las que se ponen a un lado y abandonan su puesto de responsabilidad para cuidar de la familia. Está claro que se requiere de un cambio y que este debe empezar por la propia mujer ya que a menudo somos nosotras las que caemos en las casillas que nos impone la sociedad. 

Es por todo ello que existe la necesidad de visibilizar a la mujer en la ciencia y fomentar la participación de las mujeres en este ámbito, ya desde pequeñas. Con este objetivo, el 11 de Febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia y cada año se desarrollan una serie de iniciativas para dar visibilidad sobre este tema y despertar vocaciones científicas entre las más jóvenes.

Share