La llegada de la Industria 4.0 está suponiendo un gran cambio, aunque el ser humano ya ha pasado por esto en muchas ocasiones. 

Comienza la cuarta revolución industrial, quiere decir que antes ha habido otras tres, y el ser humano ha sido capaz de adaptarse bastante bien a los retos y los cambios que las nuevas tecnologías han ido proponiendo a lo largo de la historia. 

Comenzaron a aparecer las máquinas en la Primera Revolución Industrial, y se pensó que estas sustituirían a las personas en sus empleos, pero no fue así. Las personas tenían que encender y manejar esas máquinas, así que siguieron trabajando.

Tras muchos años de cambios, llegaron los ordenadores y, de nuevo, se pensó que las personas perderían sus trabajos, pero tampoco fue así; las personas tuvieron que encender y manejar los ordenadores. Y no solo eso, si no que tuvieron que formarse en digitalización básica, creando así nuevas disciplinas y nuevas profesiones

La realidad es que aquellos que no se supieron adaptar se quedaron fuera de juego. Pero esto no es una novedad, la vida siempre ha sido para los que han sabido adaptarse y seguir el ritmo.

¿Y ahora qué? Pues más de lo mismo. Aparecen nuevas tecnologías y la tendencia es pensar en el aumento del desempleo, pero se seguirá necesitando a alguien para manejar los ordenadores, máquinas y demás dispositivos para que estos hagan su labor, solo que en un nivel más avanzado. 

La digitalización industrial sigue haciendo camino, sobre todo en ciertos sectores como el de la logística, la automoción o el metal. No obstante, está siendo bastante más lenta en otros sectores generalmente artesanales o con procesos manuales. Es por esto que, en vista de lo que ocurre en los sectores más avanzados, digitalmente hablando, toda la industria puede prever hacia dónde nos dirigimos y prepararse para lo que viene.

El hecho de que en una fábrica se implante un sistema informático que automatice procesos, no quiere decir que se vaya a prescindir del personal. Quiere decir que se va a necesitar personal más especializado, con conocimientos más avanzados y adaptados a esta nueva forma de trabajar.

Se ha de tener en cuenta que la empresa es la que sabe qué proyectos son los que va a llevar a cabo a corto, medio y largo plazo, y por tanto debe incluir en estos una parte de formación para sus trabajadores. Dependiendo del nivel que tenga el personal habrá que comenzar por una formación en competencias digitales de un nivel introductorio. Y, por otro lado, la empresa tendrá que analizar qué personal especializado con un nivel avanzado necesita para cubrir los puestos que estos proyectos requieren. Lo ideal sería intentar que las posiciones menos cualificadas no queden desplazadas a causa de la digitalización. De ahí la importancia de la gestión del “legado, es decir, los recursos que ya existen en la fábrica (máquinas, personas…), que interconectados con los nuevos sistemas facilitan el proceso de cambio.

Por este motivo las empresas más jóvenes deben aprovechar para comenzar su camino ya con esta mentalidad. Y las de “toda la vida” tendrán que hacer un gran esfuerzo por formar a sus trabajadores, para mantenerlos y/o reubicarlos en los nuevos puestos de trabajo. Porque de esto se trata, no de eliminar puestos de trabajo a causa de la digitalización, sino de crear otros nuevos que resulten más eficaces para la producción y den valor añadido a la empresa.

Ante esta preocupación es posible que surjan cuestiones, como por ejemplo, ¿qué ocurrirá con los puestos que actualmente se encargan de mantener, operar y dirigir las plantas? Sencillamente seguirán haciéndolo como hasta ahora. La única diferencia será que los nuevos perfiles aportarán sus conocimientos para dar valor y facilitar la toma de decisiones a cargos como directores de planta, por ejemplo. 

O reflexiones sobre la sensórica o la robótica. La primera hace un gran aporte, pero también necesita de las personas para llegar al resultado final de su función. A través de los sensores se recogen datos, pero alguien tiene que manejarlos, analizarlos e interpretarlos para mejorar la eficiencia y tomar las decisiones adecuadas que nos lleven a la mejora de resultados. En el caso de la robótica, en muchas ocasiones, se utiliza para colaborar con humanos en ciertas tareas, o para ayudar a personas con discapacidad física a que puedan realizar un trabajo.

Ante este panorama, un factor que da un respiro a los trabajadores en medio del veloz cambio digital es que hasta ahora ha habido tiempo, y sigue habiéndolo, aunque cada vez menos, para detectar las necesidades de competencias y conocimientos digitales de cada empleado, y así preparar una formación adecuada; siendo también muy recomendable tener un buen proveedor digital que te asegure una formación continua.

Hasta el momento las personas han sido capaces de desarrollar esas herramientas digitalizadoras, lo que demuestra que también son capaces de adaptarse, aprender a manejarlas y especializarse hasta el punto de que ellas sirvan para ayudar en el puesto de trabajo; y que sigan dependiendo del ser humano para encenderse, actualizarse, analizar datos, tomar decisiones e incluso apagarlas cuando sea necesario.

Existen muchas situaciones y acontecimientos que el ser humano ha vivido, y que han tenido como consecuencia el aumento del desempleo: crisis, recesiones, guerras, falta de materias primas, cambio climático, pandemias… 

La crisis de la Covid-19 situación llevó a que aparecieran o se desarrollaran con más fuerza puestos de trabajo muy vinculados a herramientas digitales. Incluso hizo que mucha gente viera el hueco en el mundo digital, y se diera cuenta que ese es el futuro, comenzando así a prepararse y formarse para la nueva forma de trabajar. 

Así pues, a medida que el mundo y la sociedad evolucionan la adaptación a este tipo de cambios, se hace más exigente y obliga a un mayor esfuerzo hasta convertir a la sociedad en una sociedad más avanzada y con mayor conocimiento digital.

No hay que olvidar que alguien tendrá que seguir abriendo cada día la puerta de la empresa para que todos estos procesos automatizados funcionen; y cerrándola al final del día para poder volverla a abrir al día siguiente.

 

 

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