La primera vez que tuve contacto con el mundo startup, en 2010, en un Hackathon, uno de los mentores me dijo: «Mujer ingeniera y emprendedora. ¡Vaya, eres un unicornio!». Hasta entonces a pesar de que sí sabía que estudiábamos ingeniería menos mujeres, no me había dado cuenta de que efectivamente el porcentaje de las que emprenden con respecto a los hombres es aún menor.

Ambas cifras han mejorado a lo largo de estos años, pero siguen siendo desiguales. Ayer justo me comentaban que en USA las mujeres solo levantan el 2% del capital. En España, solo el 14% de las personas que han fundado su startup son mujeres y solo el 10% de las inversoras business angels son mujeres. Estas cifras son mejores que hace cinco años, pero es evidente que queda mucho por hacer en el sector del emprendimiento innovador.

Me encanta nuestro sector. Todo el que me conoce sabe que adoro crear nuevas soluciones, cambiar el mundo y hacerlo de la mano de personas ambiciosas, inconformistas y que quieren dejarlo mejor. Las startups que creamos a menudo pivotan y crecen muy rápido, pero tristemente no estamos siendo capaces de cambiar el porcentaje de mujeres en puestos directivos, de emprendedoras o de inversoras, y creo que la razón es que hay bastantes aspectos culturales subyacentes.

A nivel externo, está demostrado que hay un sesgo inversor, los hombres invierten más en hombres. Se invierte menos en mujeres pese a que crean empresas más rentables según BCG, no tiene sentido. Los VCs lo han detectado y muchos de ellos tienen iniciativas para incorporar mujeres, pero el cambio está siendo muy lento. 

La educación tanto en las aulas como en el núcleo familiar sin duda tiene un peso muy importante en la cultura, ya que es a temprana edad cuando forjamos nuestras creencias, y es por ello necesario educar en igualdad y evitar los estereotipos y roles de género. 

A nivel interno, las mujeres somos muy exigentes con nosotras mismas. Lo veo una y otra vez en las emprendedoras con las que he tenido el honor de colaborar. Personas brillantes que no se atreven porque piensan que no lo van a hacer bien, o con el síndrome de la impostora, o porque sus creencias son que deben anteponer a la familia, son algunos ejemplos.

Hay que empoderar a las niñas mostrándoles que pueden llegar a ser quienes quieran, conseguir lo que quieran y darles referentes femeninos en todos los campos. Las líderes deben hacerse visibles por el bien de las demás mujeres, y los medios de comunicación deben otorgarles protagonismo y darles más visibilidad. Hay que crear redes para que nos apoyemos las unas a las otras, para que evolucionemos siendo referentes las unas de las otras.

En este sentido, me encanta estar en la Junta Directiva de Startup Valencia, y desde hace poco en Techstars Dublin, porque tengo una posición privilegiada para ayudar a mujeres, y conectarlas en el ecosistema.

Por último, nos lo tenemos que creer. Con condiciones a menudo más adversas (cargas familiares, dificultad para levantar inversión, sesgos culturales…) hay ejemplos de emprendedoras que han creado empresas de éxito. Todas ellas son unas cracks, pero no nacieron siéndolo. Si ellas han podido, y tú, mujer, quieres… también puedes. Igual a la primera no lo consigues, pero si insistes lo conseguirás.

Mi deseo en este Día Internacional de la Mujer es que si eres hombre, y alguna de las mujeres que conoces quiere emprender, la animes y la apoyes. Si eres inversor, sé consciente del sesgo de género. Y si eres mujer, cree en ti, apuesta por ti, sé inconformista si no se te está valorando, ayuda a otras mujeres a crecer, rodéate de mujeres que quieran lo mismo, busca referentes, sé tú la referente… ¡empodérate!

 

 

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